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La sombra de Hidroituango bajo el techo de los Uribe

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Así se ve desde el Orejón el cañón que Hidroituango inundará para realizar la hidroeléctrica más grande de Colombia
“Nunca supieron lo que significa la presencia de un Estado, en eso coincidieron todos los habitantes que entrevisté”

Por: Boris Guevara

Parte I: De Berlín a la miseria

Luego de pasado ya un tiempo después de que fui, como integrante de la Delegación de Paz, al primer balance en terreno sobre la descontaminación de explosivos del territorio en la vereda el Orejón, en Briceño Antioquia, quiero plasmar en papel una interesante experiencia que tuve en ese lugar.

Estando allí, en una empinada loma llamada “El Alto Capitán”, lugar donde se está adelantando la descontaminación de explosivos, se divisa justo al frente la gran construcción de la hidroeléctrica HidroItuango, una de las más grandes de Latinoamérica, según comentan.

Allí, justo al lado de la hidroeléctrica, vi una casita con techo rojo que por la distancia no se ve muy bien, así que coloqué mi lente de la cámara y le di zoom para verla mejor. “En realidad no parece ser una choza” me dije en voz alta, y me asaltó la curiosidad de saber qué era, así que le pregunté a un campesino que iba pasando:

- Compañero, venga le hago una pregunta: ¿quién es el dueño de esa finca con techo rojo que se encuentra allá?
- Pues de los Uribe.
- ¿De los Uribe Vélez?
- Bueno pues mijo, era, la vendieron hace tiempo...

Pensaba para mis adentros: “Qué extraño que justo al lado de semejante mega proyecto esté esa “finquita y que en algún tiempo fue propiedad de los Uribe. Esto no es gratis”.

Fue muy poco el tiempo que permanecí en la zona, así que aceleré mi investigación, pidiendo a campesinos y guerrilleros de la zona que me dieran insumos para entender la situación. Trataré de resumirla lo más que pueda.

La historia aquí contada es reflejo de lo que ha ocurrido a lo largo y ancho del país, y especialmente en aquellas zonas afectadas por el fenómeno del paramilitarismo.

...

Sobreviviendo en tierras sin ley

Me contó Ronald, líder comunitario de la región, que fue el descubrimiento de la mina de oro llamada Berlín a mediados del siglo XVIII (ahora propiedad de la AngloGold Ashanti) el verdadero detonante para cambiar el escenario de la región para siempre. Con ella aparecieron los primeros títulos de propiedad y con ellos, las fronteras, limitando así el libre movimiento de las comunidades indígenas. Luego comenzaron a llegar colonos y Afros sin tierra de otros lugares y comenzaron los conflictos. Se formaron bandas y, como no, surgen las primeras familias que acumulan riqueza a costa de la violencia, y los que se conocen entre los pobres de Colombia como “los patrones”, futuras emporios económicos regionales financiadoras del paramilitarismo moderno.

Dicen que en 1947 la mina Berlín cerró sus puertas, dejando a la región sumida en la miseria. Este hecho coincidió con la violencia del ‘48 y comenzó la guerra entre los “conservadores hijos de Dios y los liberales estigmatizados por ser miembros de la secta de satanás” así los recordó un anciano, comiéndose una naranja en una oscura cocina.

Viejo-naranja.jpg

Esta población en las décadas de 1960 y 1970, además de soportar un abandono estatal, tuvieron que soportar las bandas y las riñas entre familias que se disputaban bienes y tierras. No habían reglas; fue una tierra donde el más fuerte gobernaba. Nunca supieron lo que significa la presencia de un Estado, en eso coincidieron todos los habitantes que entrevisté.

Cara-tostada.jpg“Fue hasta mediados de los 80 cuando la guerrilla apareció en la zona, llenando el vacío de autoridad que existía” dice sin tapujos un campesino de cara tostada. “Cuando llegaron ellos se acabaron los abusos de los explotadores, se acabaron las bandas; todo lo solucionaban los compañeros” complementa.

Así sobrevivían en aquella época guerrilleros, indígenas, campesinos, negros y todos los colores que de ellos brotan, en este otro olvidado rincón de Colombia…


Fin de la primera parte.

Espera la segunda y última parte de este blog, “La muerte no solo del último Nutabe” una tribu indígena nativa de esta región de Antioquia, exterminada por intereses económicos y sus grupos paramilitares, y la curiosa relación de la familia Uribe con el proyecto HidroItuango. Rescatando la memoria del pueblo.

Hasta la próxima edición en 15 días.


URL corto: http://goo.gl/i3JHqD


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